45 años de la Noche de los Lapices
La desaparición de seis jóvenes estudiantes de La Plata durante la Dictadura Cívico-Militar, sería el inicio de un movimiento de reivindicación de la memoria, la verdad y la justicia. A 45 años de su suceso, los lápices siguen escribiendo...
Por Mujeres x Mujeres
Una noche de 1976 , alumnos del Colegio Normal 3 de La Plata fueron secuestrados por efectivos ante las ordenes de los generales Ramón Camps y Miguel Etchecolatz.
La mayoría de elles integraba la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).
Claudio De Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro fueron arrancados de sus domicilios en la primera jornada de esta acción criminal.
Cuatro días después era detenido Pablo Díaz.
Según la CONADEP, «los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer tormentos en distintos centros clandestinos de detención, entre los que se encontraban: Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires y las Comisarías 5.ª, 8.ª y 9.ª de La Plata y 3.ª de Valentín Alsina, en Lanús, y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires». Se presume que habrían sido fusilados a principios de enero de 1977.
En 1985, Pablo Díaz (sobreviviente) testimonió en el Juicio a la Juntas donde dio cuenta de sus padecimientos, que dieron origen a una causa judicial, pero la sanción en 1987 de la Ley de Obediencia Debida impidió que el comisario Miguel Etchecolatz, autor material de estos secuestros y desapariciones, enfrentara la acción de la Justicia.
Tras levantarse en 2003 las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y los indultos dictados por el expresidente Carlos Saúl Menem, se iniciaron los juicios de lesa humanidad y Etchecolatz recibió sentencias por varios crímenes.
Hasta el día de hoy, los cuerpos de esos seis jóvenes siguen desaparecidos.
En el marco de la memoria, con el voluntariado volvimos al pasado para reflexionar sobre estos sucesos a través de la película «La Noche de los Lápices» de 1986. Después, se abrió el debate donde salieron a la luz muchas cuestiones, el privilegio de nacer en democracia, la importancia de la lucha colectiva y los lazos que formamos en la militancia.
Es fundamental entender el pasado, para conocer el presente y ver el futuro.
El año pasado, como conmemoración a los 44 años, Pablo Díaz sostuvo:
«Yo hice un juramento que iban a salir del Pozo de Banfield, hoy puedo quedarme sentado y ver los homenajes que les hacen en todos lados y la satisfacción de haber entregado mi cuerpo porque no fue fácil. Me cuesta que haya una banalización de la dictadura, después de los horrores, violaciones, torturas, asesinatos, persecución, me cuesta esa banalización porque creo que está construido en una base social muy fuerte el Nunca Más»
A pesar de que estos eventos estén en el pasado, no quita el hecho de que los tiempos posteriores a la dictadura fueron momentos de pura impunidad para los militares. Personas como Julio López fueron desaparecidas por segunda vez por testificar contra los genocidas, y el pueblo argentino transito un periodo de tensión permanente.
La memoria es lo que nos caracteriza como país después del terrorismo de Estado. Les jóvenes victimas de esta oscura etapa de nuestra historia viven en nuestra lucha, en nuestro empuje, en nuestro recuerdo. No fue en vano.
Los lápices siguen escribiendo…