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8M: nosotras paramos, hablemos de las que no

El origen del Día Internacional de la Mujer, hasta hoy en día, es un tema a debatir. Algunes sostienen el hecho catastrófico ocurrido en 1857 en Nueva York, en el marco de la lucha por los derechos laborales en igualdad de condiciones, por la vulneración y la falta de reconocimiento de parte del Estado de la mujer como ciudadana, en el cual un total de 130 trabajadoras fueron quemadas vivas a manos de su empleador. Mientras que otres reivindican la lucha de las feministas socialistas, quienes en el año 1910, durante la ll Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas en Copenhague, además de haber reiterado demandas del voto femenino universal, Clara Zetkin, dirigente comunista y activista feminista alemana proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en homenaje a todas aquellas mujeres caídas en la huelga de 1908 (en este caso, aunque no se estableció una fecha específica para la conmemoración, la necesidad de este día surgió como medio para la concientización social sobre la lucha de estas mujeres trabajadoras en la exigencia de igualdad de condiciones laborales).

Lo que sí se puede afirmar es que, para 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) denominó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer con la consigna de promover la Igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. Más tarde, las premisas de las organizaciones feministas y diversidades se extendieron por el reconocimiento de sus derechos.

Desde entonces, hasta hoy, se continúa denunciando en las calles estas injusticias que se viven cotidianamente dentro del ámbito laboral, pero también en el acceso a la salud, a la educación y a una vida plena, libre de violencias y en igualdad de oportunidades y condiciones; ya que, a pesar de los avances en términos de políticas públicas y derechos alcanzados, la correcta práctica de los derechos en materia de género sigue siendo una deuda vigente en una sociedad patriarcal, machista, violenta y arraigadamente conservadora.

Este año, desde MxM nos pronunciamos. Porque entendemos que no hay feminismo sin una perspectiva interseccional, este 8M nosotras paramos y hablamos de las y les que no.

¿De qué hablamos cuando hablamos de las y les que no pueden parar?

Con este enfoque queremos visibilizar las dificultades que atraviesan las realidades de todas y todes -e incluso, las realidades que ya no habitan, porque ya no están-.

Hablamos de las que son marginadas e invisibilizadas, incluso dentro del propio movimiento.

Por lo tanto, hablamos desde una perspectiva interseccional y transversal como herramienta necesaria para la integración de todas y todes en una realidad que muchas veces excluye a través de barreras en el acceso a derechos, a nuestros derechos.

Cuando hablamos de las y les que no, hablamos de las y les que están privadas de su libertad. Tambien de las y les que están institucionalizadas, y de las y les que no pueden acceder a una educación de calidad.

Hablamos de las y les estudiantes, trabajadores, de aquelles que tienen alguien que cuidar.

Hablamos de las comunidades originarias, rurales, zonas periféricas a la capital, identidades marrones.

Hablamos de las y les criminalizades por abortar, de aquelles que no llegaron a la Guardia del Hospital.

Porque hablar por las y les que no están, significa todo esto también.