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«Conformamos un feminismo con los pies en el barro»

Mariana Álvarez, cuenta su experiencia como docente en las Escuelas Populares de Formación en Género.

Por Mariana S. Álvarez

Recuerdo la primera mañana que fui a la escuela popular de género en la sede de la COBA, me sorprendió gratamente ver la cantidad de mujeres que había congregadas en ese taller, más de 100, todas lo seguían atentamente e intervenían en la actividad grupal que se desplegaba en ese momento, y descubrí que había incluso algunos varones. Aún con el frío y la intemperie estaban muy animadas.

Yo ya había dado clases antes, en la facultad, tanto en grado como posgrado y hasta algunos talleres, pero siempre en ámbitos académicos, acotados o profesionalizados.

Esta experiencia me resultaba inédita en muchos aspectos, no sólo porque a diferencia de la “academia”  en estos talleres las dinámicas se transforman, no hay aula magna, no hay público cautivo, ni tampoco existe la distancia entre docente-alumna, aquí iba a ser todo mucho más horizontal, descontracturado y me imponía el desafío de tomar conceptualizaciones, leyes y  derechos y decodificarlos  para las compañeras, porque en definitiva, quien no conoce sus derechos no puede reclamarlos, lo que además en este contexto también tenía un significante político diferente.

Con las compañeras del Espacio de Mujeres del “Frente Popular Darío Santillán”  ya había compartido la experiencia  de la lucha colectiva en una mesa de organizaciones que ayudó a que “Belen” sea libre nuevamente, y la organización del “Ni una Menos” que confluyó en la multitudinaria marcha del 8 de marzo, esa misma que levantó banderas tan diversas que iban desde el antiguo pero lamentablemente aún vigente, “igual salario-por igual trabajo”, el derecho al aborto legal, seguro y gratuito y hasta la exigencia del cupo laboral trans.

Ahora estábamos nuevamente juntas, en otro terreno, igual de político que el anterior, pero en clave de reflexiones y aprendizajes mutuos, el objetivo era tratar de darle carnadura teórica a todo un conjunto de padecimientos y experiencias que les eran cotidianas, pero sobre las que quizá no habían podido reparar sistematizadamente, ni habían podido nombrar.

Las compañeras que integran el espacio, provienen de diferentes barrios de la provincia, poseen diversas edades, desde adolescentes hasta mayores de 50, son amas de casa, estudiantes, empleadas, desempleadas, con diversos niveles educativos, pero con la característica de estar políticamente organizadas.

Durante los talleres discurrimos juntas muchos tópicos, desde qué es género, diferencias entre sexo, género, y orientación sexual, patriarcado, violencias a las que nos vemos expuestas, estereotipos, derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos, división sexual del trabajo, participación política e imbricación de las mujeres en las luchas populares y las diversas organizaciones que nos hemos dado a lo largo del tiempo.

Las compañeras nos contaron sobre las múltiples discriminaciones y estereotipos de género y clase que las encierran y no les permiten desarrollarse plenamente, que lo que aprendieron en el taller no se queda en ellas porque lo llevan y multiplican en sus familias, al barrio y  la organización.

Uno de los varones que participó, también nos dijo que era necesario que más de ellos participaran porque sino no pueden deconstruir el patriarcado que nos perjudica a todxs, en el mismo sentido otras compañeras nos pidieron que llevemos a los “maridos” para que “aprendan porque que sólo ellas sepan no alcanza».

Al final del curso les pedimos que describieran en una palabra que era lo que se llevaban de estos meses de talleres compartidos, entre las palabras que escribieron y  me quedaron registradas figuran “orgullo” de sí mismas, de sus aprendizajes, “valor” y  el “autovalorarse”.

Estos términos van necesariamente de la mano del “empoderamiento” que implica para cada una el descubrir y saber lo que se vale, de construir una identidad de género a pesar de la violencia diaria, el que valemos igual que los varones y que no podemos construir una democracia real sin igualdad entre los géneros.

Vuelvo sobre el significante político de estos talleres, mucho se habla  acerca de una cuarta ola de feminismo, de la hora del feminismo popular, creo que más allá de saber si somos parte de esa “nueva ola”, si podemos decir que conformamos un feminismo con los pies en el barro, que creemos en los aprendizajes horizontales, que el feminismo no puede quedarse en la academia ni encapsulada en conceptos incomprensibles para la mayoría, que nos necesitamos todas y todos para desmontar al sistema patriarcal y que la educación es una pata fundamental para allanar ese camino.

Aprovecho la oportunidad para agradecerles a las compañeras de los espacios Mujeres x Mujeres, Espacio de Mujeres del FPDS y al Consejo Nacional de las Mujeres por haberme permitido ser parte de estos encuentros.