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Ética y comunicación política: Los límites de los discursos de odio

Las periodistas Viviana Canosa y Laura Di Marco criticaron en su ciclo de LN+ a la vicepresidenta Cristina Kirchner, e hicieron serias especulaciones sobre presuntos problemas de salud de su hija, Florencia Kirchner. Señalaron al respecto que sufriría una supuesta «anorexia nerviosa por falta de madre», opiniones que generaron el fuerte repudio de distintos referentes, dirigentes políticos y especialistas de la comunicación.

Las afirmaciones sobre Florencia Kirchner se hicieron en el programa que conduce Canosa (+Viviana), donde se mostraron imágenes publicadas por la hija de la Vicepresidenta en sus redes. «¿Ves su cuerpo cómo está? A mí me da mucha pena Florencia, tiene una anorexia nerviosa galopante» comenzó diciendo Di Marco.

Ética y comunicación:

Cuando de comunicación política se habla tendemos a pensar que «vale todo» porque se trata de figuras públicas, pero no debe ser así. No «vale todo» en términos de comunicación política. No si hablamos de una comunicación política ética.

Divulgar información sanitaria de una persona, sin su consentimiento, es violar su confidencialidad. Esto si bien se aplica a los profesionales de la salud, nos obliga a pensar en el derecho a la intimidad. La Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 12 dice: Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

¿En qué aporta a la contienda electoral saber la condición medica de una persona que no está en campaña? ¿Cuáles son los limites del morbo? ¿Quiénes están habilitados a abrir el paraguas sobre lo que es patológico y lo que no? ¿Cuánto dañamos a les candidates para sumar al espacio político propio?

Nos guste o no, lo cierto es que los funcionarios políticos son trabajadores. Con mayor exposición, pero trabajadores al fin. Y cumplen una función en su esfera pública, lo que nos lleva, como sociedad, a pensar que los juicios que emitamos sobre elles sean sobre su accionar público y no sobre su vida privada. Vale aclarar que Florencia Kirchner no es funcionaria ni jamás tuvo ningún cargo público. No participa tampoco de campañas electorales, sólo es la hija de la Vicepresidenta.

En 2019, los mismos medios, persiguieron con mensajes de odio a Estanislao Fernandez por ser Drag Queen para desacreditar a Alberto Fernandez, quien en aquel entonces era candidato a Presidente.

«Todos los medios argentinos invasivos de mierda me cagaron la vida y sólo porque quieren joder a Alberto. Me tienen harta y todos mis problemas últimamente vienen siendo por esta persecución mediática que tienen contra mí para joderlo a Alberto”, lanzó el joven en su cuenta de Twitter.

Ética feminista: Un análisis posible en términos de comunicación

Cuando hablamos de discurso de odio, según Naciones Unidas, hablamos de  «cualquier tipo de comunicación ya sea oral o escrita, —o también comportamiento— , que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de lo que son, en otras palabras, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad».

Un análisis desde una óptica feminista sobre los discursos de odio que se perpetúan de modo sanguinario por aquellos sectores «opositores» exige pensar lo siguiente: qué estereotipos se tratan de reimponer en el medio de este fuego cruzado y quienes tienen el poder de hacerlo.

Así, en un canal de gran alcance, estigmatizamos nuevamente a las madres trabajadoras y las responsabilizamos sin ningún tipo de fundamentos científicos por desordenes alimenticios de sus hijes. Al mismo tiempo que canonizamos un estilo de cuerpo sano, y colocamos bajo la alfombra de lo patológico todo lo que no entra dentro de ese modelo. Y como si esta siniestra operación no fuera suficiente, vuelve a aparecer la figura de la madre soltera como una mujer de «moral cuestionable» y «figura en fuga» de las expectativas familiares tradicionales.

Una comunicación ética no daña. Una comunicación ética busca la veracidad y no sólo la verosimilitud. Ninguna contienda electoral habilita a reproducir mensajes de odio en contra de las diversas formas de maternar, ni a patologizar las corporalidades diversas, ni a violar la intimidad de las personas.