«Callar la agenda feminista hoy tiene un costo político»
El 17 de Septiembre se llevaron a cabo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Tucumán las Jornadas "El movimiento feminista y la salud de las mujeres" y aprovechamos para charlar con Laura Belli, una de las expositoras, sobre ética en la investigación clínica, violencia y otras cuestiones de género que no siempre están en la Agenda Política
Por Florencia Sabaté
Laura Belli es Doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y se encuentra cursando la Maestría en Salud Pública de la Facultad de Medicina UBA. Es Jefa de Trabajos Prácticos en la materia Ética de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es especialista en ética de la salud y lleva diez años trabajando en esta área. Es presidenta del Comité de Ética Clínica del Hospital Gral. de Agudos Dr. Cosme Argerich y miembro del Comité de Ética en Investigación. Fue docente en numerosos cursos de grado y posgrado en universidades públicas y privadas en materias de formación en bioética. Es actualmente la Presidenta de Economía Feminista.
MxM: ¿Qué asuntos de la agenda feminista, además de la legalización del aborto, consideras que están pendientes en nuestro país?
L.B: Pienso que cuando se habla de salud de las mujeres se piensa pura y exclusivamente en salud sexual y reproductiva lo cual, por un lado, está bien; y por otro lado, deja oculto un montón de situaciones que también se dan en salud y que no tienen que ver con el tema reproductor, pero sí con otros aspectos centrales como es la falta de representación de las mujeres en ensayos clínicos y las consecuencias que trae en sus vidas.
Los investigadores prefieren incorporar varones porque tienen mayor disponibilidad. Esto último entre comillas, pero claramente como las mujeres realizan tareas de cuidado no remuneradas como cuidar a los hijos, a sus maridos a los ancianos a cargo, tienen menos tiempo y eso funciona como una excusa. Además está el tema del embarazo porque los investigadores computan que si la mujer llega a quedar embarazada, pierden un sujeto de investigación.
Esto traer serios problemas porque más allá de la protección de vulnerabilidad que se debe a todos los sujetos de investigación clínica que a veces no se cumplen en el caso de las mujeres, los resultados que arrojan esos ensayos respecto de medicamentos o maquinaria, al no estar probados en mujeres, desconocen los efectos en nosotras. El último estudio grande que se hizo en EEUU, en la FDA que es como nuestra ANMAT, mostró que el 80% de las drogas que salen del mercado comercial –o sea que se lanzan y se tienen luego que retirar- es por efectos secundarios no previstos en mujeres. Por dosaje o por interacciones que no se previeron, por sobredosis. Esto es porque los médicamenteos usualmente sólo se prueban en varones sin tener en cuenta diferencias genéticas en los diferentes sexos, sin mirar la manera distinta en que estas drogas afectan los cuerpos (tamaños, contextura, metabolismo hormonal, etc).
También se ocultan otras diferencias además de las de género, como son las diferencias étnicas, entonces tenemos por ejemplo mujeres afrodescendientes con otros efectos secundarios no estudiados y expuestas a mayor vulnerabilidad. Los eventos cardíacos también es un tema muy sorprendente en la forma de construirse clínicamente. Los síntomas más conocidos del ataque al corazón –dolor en el pecho, opresión, dolor en el brazo izquierdo- son síntomas correspondientes a los cuerpos de varones. Las mujeres presentan otros síntomas como dolor en la nuca, en el cuello, en hombros y sobre todo agitación y ansiedad; esto último es interpretado usualmente como “estas nerviosa” y no es tratado adecuadamente entonces las mujeres tienen mayor riesgo cardíaco porque no son diagnosticadas a tiempo. Reciben distinto tratamiento en una Guardia un varón y una mujer que llega con síntomas cardíacos. Estas cuestiones están fuera de agenda política y también son cuestiones muy importantes para la salud de las mujeres.
MxM: ¿Cómo juega en movimiento de mujeres en la construcción de la Agenda Política?
L.B: Muy importante. Me parece fantástico que el movimiento feminista en Argentina y Latinoamérica es transversal, algo que no sucede en otros países del mundo. No sucede con las feministas anglosajonas, ni con las feministas europeas. Es muy interesante porque de alguna manera intenta incluir todas las miradas, y sobre todo, es muy atento a las diferencias identidades sexuales: incluye personas trans, travestis y eso permite otros análisis.
Yo creo que políticamente la mayor incidencia en los últimos años es sacar a la luz temas que siempre existieron pero que siempre estuvieron callados, mantenidos en la periferia u ocultados y la fuerza que toma el activismo feminista, acá en Méjico y en otros países de la región también, evita que ciertos temas incómodos sigan en los márgenes, precisamente porque callar la agenda feminista ya tiene un costo político.
MxM: ¿Cuál crees rol de la cuarta ola?
LB: Es un rol verdaderamente central. Me gustaría que mucha gente escuche los argumentos que estamos dando, sobre todo la gente adulta, que se pregunte sobre esta otra forma de pensar y cambie su postura, pero es difícil sobre todo en la era de la post verdad, de la faces news y todo lo que tiene que ver con construcción de conocimiento por medio instantáneos. No hay mucho tiempo para la reflexión y el cambio de posicionamiento, es difícil cambiar su postura, lo que uno cree, existe una resistencia. Las nuevas generaciones permiten que haya generaciones enteras que crezcan con un nuevo paradigma, con una visión sobre los derechos y la necesidad de adquirir y ampliar los de derechos de diferentes poblaciones de mujeres y el colectivo LGBTI. Porque esta nueva ola del feminismo, además incluye en un lugar de acompañamiento también a los varones. No solo las chicas jóvenes están haciendo suya esta lucha desde la adolescencia, sino que además la hacen coextensiva a los varones que ese es el verdadero cambio.
MXM: Es entender que el patriarcado nos atraviesa a todas, a todos y a todes.
LB: Primero es entender que el patriarcado existe, que la sociedad patriarcal existe y que hace diez años atrás no se hablaba más que por nosotras que nos calificaban de locas que hablan de eso como algo raro. Lo bueno que es algo se está muy bien trabajado y masticado y ahora lo podemos ver. El patriarcado tiene mayor impacto en los no varones, aquellos de clase media alta y educados, porque los varones de la periferia y cualquier otro varón que quiera romper con los mandatos del patriarcado también lo sufren. Entonces, es liberador en todos los aspectos y es igualador derechos.
MxM: ¿La violencia en la salud, es una preocupación del Estado?
LB: No, debería. Es muy difícil, pero a nivel de políticas públicas para poder hablar del Estado, no. Si bien nosotras tenemos un Estado con leyes muy progresivas, como la Ley de Identidad de Género, ley de violencia obstétrica, entre otras, tenemos muchas leyes que están bastante bien redactadas y que cubren todos estos temas, una cosa es que la ley esté escrita, aprobada y reglamentada y otra es que verdaderamente se ejecute, se conozca en el sistema de salud pública donde operan todos los cuidados en salud. Nos faltan muchos puntos, uno es que nos falta como tema central el de las cuidadoras informales en salud. El sistema de la salud se sostiene financieramente, desde una perspectiva económica, en que las mujeres son las quienes cuidan a los niños, ancianos y varones enfermos sacando el peso de cuidado y atención del Estado.
Hace unos meses salió un estudio interesante en la Ciudad de Buenos Aires, cómo las mujeres dentro de la salud, siendo el 60% de las egresadas de las facultades de medicinas y los primeros promedios y sin embargo, los titulares de cátedras son 80% varones.
Entonces, las mujeres tienen el mejor promedio la mejor formación la mayor cantidad de egresada y posgrados, pero en los puestos de poder lo siguen teniendo los varones. En las especialidades médicas, las mujeres se concentran en las especialidades de cuidado, como pediatría, no cirugía o cardio que son las que más dinero dan. Sigue habiendo en estos espacios de alguna forma un techo de cristal, que si bien se señala que son la mayoría en la medicina, bueno una se pregunta qué puestos ocupan. El caso de enfermería es un caso para trabajar profundamente, ya que no era una carrera profesional hasta hace pocos años. Era un oficio que tenía sueldos muy bajos, muy poca protección laboral e incluso ahora todavía se lo sigue viendo de esa manera a pesar de ser una carrera profesional.
MxM: ¿Qué tan naturalizadas están las violencias en la formación universitaria? ¿Hay una responsabilidad de la Universidad en tratar este tema?
LB: Absolutamente debe haber responsabilidad.
Yo creo que más allá de la currícula oculta que es cuando el médico o médica empieza a trabajar en un sistema de salud no aprende tanto de la teoría, sino que aprende de cómo se manejan sus pares y eso es difícil de desarmar. Y eso tiene que venir de alguna manera revisado desde la mismas currículas universitarias primero reconociendo estos temas, ya que el reconocimiento de la violencia es muy difícil porque los pone a los mismos profesionales en un lugar de autocrítica pura, y de reconocerse como personas que ejercen violencias sobre el paciente que es por definición alguien vulnerable.
Así ninguna/o quiere ser paciente, ninguna persona quiere estar enferma, entonces esta persona ya llega al profesional con algún tipo de vulnerabilidad. Es muy difícil eso y debe trabajarse desde la formación y yo creo que incluso desde el nivel secundario viendo cual es el rol de los pacientes como pacientes y cuales sus derechos para reclamar ciertos tratos. Y también de los profesionales de la salud en su amplio espectro, no solo los médicos y médicas que tengan que ver con salud, justamente para que entiendan porque esas prácticas no son beneficiosas para ninguna de los dos lados y porque ayudaría a reducir la violencia hacia las mujeres. Cuando hablas de violencia con los profesionales mayores, ellos señalan acá también sufrimos violencias y los pacientes son violentos como un mecanismo que se come la cola y que no tiene solución que, si vos recibís violencia como paciente, respondes con violencia.