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Feministas en la calle, en la cama y en la TV

Si aceptamos que los feminismos son plurales y diversos, aceptaremos que no hay una sola forma de expresarse como feminista. Si convenimos que ser feminista es un posicionamiento político, acordaremos que precisamos de la política para incidir efectivamente en las realidades que nos importan. Y si reconocemos que legalizar el aborto es una lucha que necesita de consenso social y votos en el Parlamento, sabremos que amplificar la demanda para convencer a quienes aún no están convencidxs, es clave.
Fotomontaje: Catita Arroz

Por Soledad Deza

Y un día, después de que cinco compañeras feministas le pusieran el cuerpo a un programa históricamente tóxico, su conductor -intruso en la lucha feminista- se puso en cámara del lado de “las buenas” con un pañuelo verde de nuestra “Campaña” atado en la muñeca y agitando derechos para las mujeres.  Luego la maravillosa Señorita Bimbo cantó unas cuantas justas sobre el tema y saltaron en wikipedia las consultas sobre “Misoprostol”.

“Esto está maaaaal” opinaron muchas feministas y “Esto está bieeeen” opinaron muchas otras. Lo cierto es que durante toda una semana nuestra agenda estuvo, por conveniencia o por convicción, televisada en franjas horarias no marginales y abiertas.

¿“Está bien o está mal que una feminista esté activando derechos en TV” es la pregunta que importa para la lucha de las mujeres por el aborto legal, seguro y gratuito? Yo creo que no, por varias cuestiones.

Si aceptamos que los feminismos son plurales y diversos, aceptaremos que no hay una sola forma de expresarse como feminista. Si convenimos que ser feminista es un posicionamiento político, acordaremos que precisamos de la política para incidir efectivamente en las realidades que nos importan. Y si reconocemos que legalizar el aborto es una lucha que necesita de consenso  social y votos en el Parlamento, sabremos que amplificar la demanda para convencer a quienes aún no están convencidxs, es clave.

“¿Pero en la Tele? ¿En Intrusos?” fue lo que se dijo y leyó entre líneas en muchas partes. Y si… ¿Por qué no ? Feminista en la calle, en las plazas, en las cama y en la TV también. ¿O es que las feministas no tenemos herramientas suficientes para trastocar también espacios antagónicos y patriarcales? ¿Estaremos validando la idea esencialista de que nuestra ética nos reserva para intervenir sólo espacios inmaculados ? ¿No podemos acaso las feministas servirnos de todos los espacios disponibles – útiles al menos- para subir el volumen de nuestra lucha? ¿Estamos preparadas las feministas para que los feminismos dejen de exigir tanto marco teórico y sean una intuición generalizada de justicia para las mujeres?

 

La densidad de las discusiones políticas ha decaído en tiempos neoliberales y es, por ejemplo, Santiago del Moro -muy a mi pesar-  el anfitrión y custodio por excelencia de la mayoría de las disputas de la política  cotidiana. La prensa alternativa oxigena, reconforta y se robustece día a día, pero es el formato “circo” con alaridos fingidos y discusiones desenfrenadas lo que garpa; y lo que mucha gente a la que no llegamos, ve. Podemos discutir horas si eso es síntoma de debilidad en nuestra cultura política o no, pero en el ínterin lo que no pasa “Intratables” pareciera que de verdad no pasa. O dicho al revés, lo que allí se dice adquiere “verdadera” existencia ¿Cómo desaprovechar entonces estos espacios si es allí -o en “Intrusos”- donde mucha gente elige nutrirse?

“Rial nos marca la agenda” dijeron algunas compañeras, pero a mí me gusta pensar que se la marcamos nosotras a él. No importa reitero si fue por convicción o por conveniencia, le copamos el programa con nuestras demandas de justicia de género y pusimos a charlar de feminismos a un gran número de interlocutores mediáticos que llega, a su vez,  a otro gran número de personas que a la hora del consenso suma. Y no es excluyente de la lucha feminista, porque quien podría hoy desconocer que la “Campaña Nacional” es hoy sujeto político indiscutible de la lucha por el aborto legal? Nadie -con 10 minutos de ejercicio en lectura política-  se atrevería. Y eso no quiere decir que no hubieran otras compañeras antes, ni haya otras por fuera de este espacio con iguales objetivos. En esta línea ¿Alguien podría olvidar la lucha de Alicia Moreau o Julieta Lanteri por el sufragio sólo porque Evita protagonizó su reconocimiento legislativo?

“El consenso social para el aborto ya está” dijeron otras compañeras para argumentar que no hace falta este tipo de tácticas mediáticas. Y yo desde un Tucuman que aún no adhirió a la ley 25.673, que tiene un 73% de embarazo adolescente, que recientemente incorporó Capellanes a todos los Hospitales como planta permanente y además fue apresador de “Belén”, no me atrevo a convenir que la realidad de algunas sea “universable” a todas. En muchas provincias el derecho a abortar por fuera de las causales legales no tiene el consenso social que tiene en CABA, ni si quiera lo tiene el aborto de embarazos riesgosos o forzados porque los silencios políticos ensordecen. Pero luchamos para construirlo igual y quizás la mediatización de la demanda al menos para sacar del closet la idea.

Cuando desde Mujeres X Mujeres hicimos las Escuelas Populares de Género en Villa Muñecas la preocupación de las mujeres era anotada en las encuestas de evaluación, palabras más palabras menos, así: “muy lindo todo , no quiero que llegue la clase de aborto”. Luego de 5 encuentros, de mates y de frío al sol de varios sábados no quedaba ninguna compañera que no entendiera que el aborto legal era una deuda con nosotras, con todas, pero mas que nada con ellas a quien el Estado les daba la espalda y las quería madres a cualquier precio. Claro que no es fácil llegar a cada barrio y en eso, la TV aún con sus lugares comunes y sus mensajes enfermizos puede ayudar. Puede que no. Pero qué perdemos con intentarlo?

Los feminismos no pueden quedarse encapsulados en un microclima donde dialogamos quienes estamos convencidas, porque los feminismos no nos pertenecen. Son de todas y para todas. Urge un feminismo del 99% donde el marco teórico fluya y no sea un peaje, donde la compañera católica entienda que puede abortar en paz, donde la compañera de la Academia no diga que su materia no tiene ninguna cuestión de género que tratar, donde no escuchemos mujeres aventajadas que ocupan lugares de poder diciendo “yo llegue sola” o “ a mi nunca me discriminaron”, donde la consigna “muerte al macho” no tenga que ir acompañada de un manual explicativo, donde la heteronorma sea realmente cuestionada porque «lo personal es político», donde «cis» sea «lo otro», donde el NO sea definitivamente un NO, donde todos los debates puedan darse -aún aquellos que nos «dividen» mal- y donde reconocerse feminista no requiera justificación para nadie, tampoco para otra feminista.

Este mundo patriarcal obsceno donde juega el capitalismo más salvaje que feminiza la pobreza, expropia nuestros cuerpos y los pone al servicio de los poderosos, necesita más feministas. Y nadie nació feminista, todas nos hicimos feministas en algún momento significativo de nuestra vida y a propósito de alguna compañera que nos acercó a este hermosa revolución diaria de la es imposible salirse una vez que se advierte que la igualdad y la libertad son patrimonio de muy pocos: casi todos varones, blancos, clase media, propietarios, instruidos, heterosexuales, católicos y con todas las capacidades, o algo bastante parecido. Y que por fuera de ese sujeto político quedamos en mayor o menor medida gran parte de la población.

Yo creo me hice feminista mientras defendía a “María Magdalena”, acusada por aborto allá por 2011. Quizás un poco antes, cuando decidí hacer mi Maestría de Género. O antes de eso, cuando comencé a cuestionarme el aborto como un problema de clase, no lo sé. No hace mucho es lo que digo, 8 o 9 años máximo, o sea, soy una “recién llegada” a esta lucha si se quiere. ¿Importa? ¿Hay feministas más feministas que otras? Hay una vanguardia esclarecida capaz de marcar la verdadera senda feminista? ¿Puede existir dentro de los feminismos una “Gran Hermana” que jerarquice estrategias?

Pienso que no hay un feminismo más válido que otro porque significaría habilitar jerarquías y el movimiento de mujeres claudicaría entonces a la lógica de poder propia del Patriarcado.

Cada una activa desde donde puede y como puede. Bienvenidos todos los espacios para dar debates, reconducir discusiones, enriquecer estrategias, dinamizar la lucha y llevar adelante esta enorme revolución que «sólo es nuestra si podemos bailar».

Finalmente, lo pragmáticas no nos quita lo feministas. Para tener el aborto legal necesitamos votos y se cuentan de a uno, sin que importen los curriculum vitae, el pedigree, la coherencia partidaria, el carnet de socix o el marco teórico de quien levanta la mano en el Congreso. Y para ello, todo suma!