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La igualdad como licuadora

En el día de ayer el Legislador Raúl Albarracín de la UCR con un pedido de “pase a comisión” y “con el apoyo de sus pares oficialistas” dice el diario digital El Tucumano, detuvo una medida de igualdad imprescindible para la comunidad trans de la Provincia de Tucumán.

Por Fundación Mujeres X Mujeres

El cupo laboral que les permitiría acceder a un trabajo a quienes de otra manera no lo harían, se alejó con un simple acto burocrático que tiene más de discriminación que de administración. No importó que la expectativa de vida de una persona trans sea de 40 años y que la informalidad de sus ocupaciones las prive de cobertura social, como tampoco importó Ayelén que recientemente pagó con su vida la expulsión de un sistema patriarcal que escupe violencia, como tampoco importó la marginalidad que la sociedad depara a esas vidas cuyos cuerpos desafían con valentía los formatos del status quo hegemónico, ni la dignidad con la que reclaman las compañeras que el Estado les haga un  1% de lugar para trabajar dignamente.

El argumento fue la igualdad. Si, aunque parezca imposible de creer un Legislador que además es abogado y ferviente creyente desde su banca casi católica, desconoce de ideas como igualdad de oportunidades, igualdad de medios o igualdad de punto de partida. Sólo conoce la igualdad formal, esa que comprobamos con pesar que no existe cada vez que salimos a la calle y vemos más allá de nuestras narices. También desconoce el Poder Legislativo de medidas de acción positiva, concepto que sostiene el cupo femenino precisamente para compensar una desigualdad estructural que impidió a las mujeres históricamente acceder a cargos de representación política.

Casualmente también apelando a la “igualdad”,  pero esta vez a una igualdad ya conseguida según dijo, hace un par de meses Poder Judicial Electoral de Rosario se negó a autorizar la participación eleccionaria de una lista completa de mujeres. Esto no quedó allí, la Cámara Nacional Electoral confirmó esta decisión con una disidencia muy corta, pero muy justa de Santiago Corcuera. Lo triste es que la igualdad estaría siendo violada –literalmente hablando- a diestra y siniestra para luego sacrificarla en el altar del individualismo más perverso que es el que corre el eje de la discusión sobre equidad para llevarnos a discutir la tan de moda “meritocracia”

Libertad e igualdad se distribuyen históricamente de forma inequitativa -por género, por orientación sexual, por posición social, por competencias o capacidades, por etnia, por edad, por religión- entre las personas para favorecer la construcción de relaciones de poder de tipo jerárquicas que naturalizan la diferencia como desigualdad.

No se necesita ser muy lúcida, ni lucida para saber por fuera de los “todos” los iguales que el art. 16 de la Constitución Nacional nombra, hay en realidad una lista interminable de excluidos –los vulnerables  que todos nombran en campaña pero que nadie quiere ver de verdad- que esperan vanamente a las puertas de la ley y que necesitan de un Estado que no renuncie bajo ninguna circunstancia a su responsabilidad de controlar que sus derechos no sean sólo palabras.

No se necesita tener experticia en igualdad para reconocer que donde hay una necesidad hay un derecho. Pero se necesita ser Legislador o Legisladora para probar que te importa y que por eso, los haces ley. ¡CUPO TRANS YA!