La igualdad de género no se objeta de conciencia
Por Mujeres x Mujeres
Desde Mujeres x Mujeres asistimos atónitas a una coyuntura digna de un cuento de terror en Tucumán: Legisladorxs de Fuerza Republicana, UCR y Partido de la Justicia Social proponen la posibilidad de objetar de conciencia las capacitaciones en género que impone la Ley Micaela para todxs lxs agentes del Estado.
Habilitar legislativamente la objeción de conciencia por razones religiosas para negarse recibir capacitación en género se traduce en la convalidación estatal de la desigualdad de género y en la promoción de la discriminación y violencia contra las mujeres, lesbianas, travestis, trans y personas no binarias.
La objeción de conciencia nació como una herramienta noble destinada a proteger minorías atribuladas que en el juego de mayorías podrían ver arrasada su posición. Es una herramienta de defensa, no de agresión. La objeción de conciencia está siendo malversada por los conservadurismos religiosos para vaciar de contenido y efectividad las políticas públicas que promueven la igualdad de género.
Esta estrategia política desmantela lo que los feminismos venimos denunciando: el uso espurio de la objeción de conciencia en el marco de un Estado constitucionalmente laico, pero de facto confesional.
La perspectiva de género busca desmantelar la construcción binaria de la sociedad, erradicar la violencia que propugna la desigualdad construida a partir de la diferencia sexual y brindar herramientas desde la infancia temprana para fortalecer la autonomía libre de abusos, discriminación y violencias de género.
Objetar la perspectiva de género implica desconocer normas de rango constitucional que resultan insoslayables para un Estado democrático que se precie se respetar los derechos humanos. Y en el marco de una coyuntura de violencia inocultable contra las mujeres, convertir en ley este comportamiento compone una mensaje político que avala el machismo, la misoginia y la familia patriarcal: la que mata, la que viola, la que abusa y la que oprime.
EXIGIMOS adhesión a la ley Micaela sin objeciones de conciencia y sin subterfugios que perpetúen un contexto donde las jerarquías de género son la regla, y la quienes quieren desarticularlas son la excepción.
Con la igualdad, la dignidad y la libertad de las personas no se negocia en la mesa de ningún Arzobispado. Adhesión sin restricciones, atajos y fugas por tangentes YA!